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Problemas de sueño en los más pequeños. ¿Cómo actuamos?

Orientaciones para trabajar en familia

Los problemas de sueño afectan al bienestar emocional del propio niño/a como de su familia, dado que aumentan la frecuencia de problemas de conducta, irritabilidad y estrés familiar.

Estas dificultades van a mejorar si se adoptan una serie de medidas que requieren esfuerzo, paciencia y consistencia por parte de los padres pero que van a repercutir a largo plazo de manera positiva en el patrón de sueño del niño/a y en el bienestar de toda la familia.

Siempre que existan trastornos de sueño hay que empezar realizando un registro diario (en al menos dos semanas) para tratar de averiguar si existe alguna causa que justifique estas dificultades. En este registro se debe anotar las comidas y bebidas que ha tomado en la cena, las actividades realizadas una hora antes de irse a la cama, la hora en la que se ha llevado al niño/a a dormir y las reacciones en ese momento (rabietas, enfados, etc.), la conducta de sus padres, el número de veces que se despierta por la noche, si finalmente se va a dormir con sus padres, la hora a la que se despierta el día siguiente, si ha dormido siesta durante el día y,  finalmente, las horas totales de sueño. 
La elaboración del registro diario va a permitir por un lado averiguar las posibles causas y por otro saber si la intervención es efectiva.

ALGUNAS IDEAS GENERALES

Desde que el niño/a es pequeño debe establecerse unos hábitos de sueño adecuados. Desde los primeros años de vida deben establecerse unos hábitos sistemáticos, dado que una vez establecidas las costumbres y rutinas, es más complicado cambiarlas.

Suprimir las siestas a partir de una determinada edad. Se aconseja evitarlas a partir de los 3-4 años de edad.

 Crear una rutina corta y sencilla para irse a la cama. Una rutina adecuada podría ser lavarse los dientes, beber un poco de agua, mirar un cuento en la cama y apagar la luz. La rutina tiene que ser corta y sencilla, para que se pueda llevar a cabo en cualquier contexto y por cualquier persona, si en un determinado momento los padres no pueden estar. Es importante mostrar de forma visual la rutina establecida con apoyos visuales sencillos (pictogramas o fotografías) que muestren al niño las actividades que llevará a cabo antes de irse a dormir.

Evitar las actividades sobreestimulantes y los juegos que pueden excitar al niño/a al menos dos horas antes de irse a dormir. Evitar actividades como ver la televisión, el empleo de pantallas tipo Tablet o juegos motores. En este tiempo se buscarán actividades relajantes como dar un masaje, escuchar música relajante o tomar un baño caliente.

Adaptar las condiciones estimulares a las necesidades del niño/a. Hay niños/as con hipersensibilidad al tacto (por ej. durante el día muestran rechazo al contacto físico, a determinada ropa, etc.) en los que habrá que averiguar si el tacto de las sábanas, las etiquetas del pijama o la goma de la ropa interior le genera sensaciones desagradables que le impiden conciliar el sueño. En estos casos habrá que cortar la etiquetas de los pijamas, cambiar el material de las sábanas o utilizar ropa interior con gomas más sueltas. Cuando la hipersensibilidad está relacionada con estímulos visuales habrá que retirar del dormitorio aparatos electrónicos con luces pequeñas, bajar bien las persianas o poner protectores bajo la puerta para que no llegue la luz de otras habitaciones. Otros niños/as son sensibles a sonidos como el ventilador, ruidos de la calle, etc; que a nosotros nos pasan desapercibidos pero que tendremos que incluir modificaciones en el ambiente para mejorar su patrón de sueño.

- Establecer una asociación clara y firme entre la cama y la conducta de irse a dormir. Para asegurarnos que el niño/a comprende que la cama es un lugar exclusivamente para dormir, hay que evitar todas las situaciones en las que el niño/a juega en la cama.

Retrasar el tiempo para irse a dormir para asegurar que el niño/a llega cansado a la cama. Actividades como pasear, natación, pasear, correr, etc. durante el día ayuda a que el niño/a llegue más cansado a la cama.

Asegurarse de que el niño/a recibe la mínima atención posible cuando llora para conseguir que los padres se queden o irse a la cama de estos. En ese momento se deben evitar sermones o explicaciones, indicándoles simplemente, con la misma frase y en el mismo tono “es hora de dormir”.

Elegir cuidadosamente el momento más adecuado para comenzar a intervenir. Generalmente la primera semana de la intervención suele ser la más complicada porque el sueño del niño/a y de los padres se ve alterado. Por ello hay que elegir para comenzar la intervención un momento sin grandes acontecimientos familiares importantes; el periodo vacacional o fin de semana es un momento propicio para comenzar.

RECUERDA

·       Realizar un registro que permita conocer las dificultades concretas.

·    Establecer una rutina sencilla antes de irse a la cama y llevarla a cabo todas las noches de la misma manera.

·     Asegurar que el niño/a llega cansado a la cama evitando las siestas del día a partir de los 3-4 años, realizando ejercicio físico y evitando actividades muy estimulantes antes de acostarse.

·   Garantizar que el niño/a no reciba atención cuando se le lleva a la cama o cuando reclama, de forma inadecuada, la presencia de los padres.

·      Marcar límites claros y cumplirlos de manera sistemática.


Esperamos que os sirva de utilidad.

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